“Lo que existe es la blanca posesión
de Dios en mí…”.
Francisco Matos Paoli
Ante la noticia de la muerte de un extraordinario poeta, no sólo se suspenden todas las diferencias, sino que el espíritu se recoge reverentemente ante el misterio de la muerte y de la vida. Francisco Matos Paoli vivió como pocos poetas han vivido no sólo ante la defensa de la patria y contra la presencia de los invasores, sino que desde Canto de la locura (1962) Matos Paoli se distinguió como uno de los grandes poetas latinoamericanos. Poeta en conflicto con Dios, poeta de frente a Dios, en amor con Dios, Matos Paoli reabrió desde la poesía puertorriqueña una de las grandes venas de la poesía mística contemporánea ante la cual nos sentimos deudores. Hoy Matos Paoli une su nombre a las figuras de los grandes místicos españoles como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Poeta místico y revolucionario, Matos Paoli le demostró a los revolucionarios que la fe y la poesía no están divorciadas de la liberación nacional y de la experiencia de la política. Como revolucionario, Matos paoli le mostró a los poetas y a los religiosos del mundo que la praxis radical de lo político no está divorciada de la fe, ni de la belleza del mundo, sino que la complementa libertariamente. Desde ambos extremos, desde la experiencia de la cárcel y desde la experiencia de la locura, Matos Paoli no sólo probó que se puede ser un hombre racional, sino que probó que se puede ser un líder de la imaginación y de la poesía. Desde los años “50” y desde la publicación de Canto de la locura (1962) Matos Paoli irrumpió definitivamente como uno de los grandes poetas de la libertá. Cruzó el espanto de ser con una convicción asombrosa, con un sentido de la palabra deslumbrante y seductor, con una vocación crística y con una fe en las visiones de la poesía que pocos poetas podrán emular. Hoy nos toca despedirnos de él, hoy nos toca decirle adiós a una de las grandes voces latinoamericanas, pero lo podemos decir, gracias a él, gracias a su locura, gracias a su libertá, con esa emoción sobrecogedora de los que recogemos su convicción política y de los que abrigamos su fe frente al espanto. A diferencia de los otros seres humanos, Matos Paoli no ha muerto. El poeta, los grandes poetas, cuando mueren comienzan a vivir. Hoy ha comenzado su verdadera ida, hoy ha comenzado su verdadera fama. Hoy los hombres y las mujeres que no lo conocen se volverán sobre sus libros, sobre su voz y hallarán el secreto de su vida. Hallarán el misterio de esos poetas que se hospedan bajo la zarza de Dios. El más precito de todos nosotros ahora marcha al encuentro de su Maestro. Ahora puede decir sin temor a equivocarse lo siguiente: yo soy un monje…mi vocación de sombra me despierta.